Un hombre colapsó en medio de una ventisca — lo que hizo un gato callejero le salvó la vida

La tormenta llegó sin aviso. Al anochecer, el tranquilo pueblo de Cedar Falls, en Minnesota, estaba sepultado bajo un manto blanco cegador. El viento aullaba sobre los campos abiertos, borrando cercas y graneros hasta convertirlos en sombras fantasmales. Pero para Walter Thompson, un cartero jubilado que siempre se enorgullecía de no saltarse su paseo vespertino, el mal tiempo no era excusa. Había enfrentado muchas tormentas antes… o eso creía.

Envuelto en su grueso abrigo de invierno y con la bufanda hasta el cuello, Walter siguió el solitario camino rural que serpenteaba detrás de su granja. Cada paso crujía sobre la nieve. Prometió regresar pronto, pero la testarudez —y el silencio de una casa vacía— lo empujaron a seguir. Desde que su esposa había fallecido, aquellas caminatas eran su único consuelo. Entonces, sin previo aviso, un dolor agudo le atravesó el pecho. Se le cortó la respiración. Tropezó, jadeando, llevándose la mano al abrigo. El mundo giró. La nieve subió a recibirlo mientras el frío lo envolvía por completo. El camino volvió a quedar en silencio.
Pasaron horas antes de que algo rompiera aquel paisaje inmóvil: una figura anaranjada que cruzó el campo. Un gato callejero.

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