Lo compró por diez dólares. Lo que encontró dentro te dejará sin palabras

Todo empezó como una broma. Nate vio la caja fuerte bajo una mesa plegable, con la etiqueta torcida y un precio escrito en rotulador rojo: diez dólares. El vendedor se encogió de hombros y dijo que venía de un trastero, que seguramente estaría vacía, que la cogiera o la dejara. Diez dólares por un misterio parecían una ganga. Nate sonrió, la levantó con ambas manos y notó su sorprendente peso. Lo que ocurrió después te dejará sin aliento.

Ya en casa, colocó la caja fuerte sobre el banco de trabajo del garaje y se quedó mirando el dial. Probó los números más obvios, cumpleaños, 0-0-0, pero nada. Apoyó el oído contra el metal frío y giró despacio, buscando el leve susurro de los mecanismos. Solo escuchó su propia respiración y el zumbido del frigorífico al fondo. Sacó del maletín un estetoscopio barato y volvió a intentarlo, con el corazón latiendo cada vez más fuerte tras cada giro silencioso. La verdad era más extraña de lo que nadie podía imaginar.